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De Fines y Medios: la Perversión de un Engaño

Estamos en un momento crucial del conflicto sanitario madrileño. La persistencia nuestro modelo sanitario, sobre cuyos excelentes resultados coinciden todas las partes en conflicto, está en grave riesgo, lo que afecta a bienes esenciales de usuarios (salud) y de todos los contribuyentes (dinero). Esta situación de riesgo condiciona la necesidad de una reforma cuyo fin último  debe ser la sostenibilidad del sistema sanitario manteniendo los actuales estándares de calidad. Sin duda, para lograr este fin último hay que definir objetivos intermedios, entre los que se encuentra el ahorro. El ahorro es un objetivo intermedio necesario, sin convertirlo en el fin último. Hay múltiples medidas que pueden conducir al ahorro (medios), pero no todas son aceptables por la sociedad. Por ejemplo, la sociedad no aceptaría que se dejara morir a nuestros ancianos simplemente por el hecho de consumir una gran parte de nuestros recursos sanitarios. Antes, como es natural, exigiría que se recortara de otras partidas que la administración y el actual sistema de partidos políticos gestionan, siendo benévolos, muy ineficientemente. Tal y como se debatió ayer en la I Jornada Nacional de Gestión Sanitaria hay muchas medidas de ahorro pero el quid de la cuestión radica en cómo ahorrar sin deteriorar la calidad asistencial, aspecto esencial del sistema sanitario. Para ello, la participación de los profesionales sanitarios es útil y necesaria. Lo sabe la Consejería de Sanidad, lo saben los profesionales, lo exigen los ciudadanos.

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En este contexto, el Comité Coordinador Profesional (CCP) recientemente puso encima de la mesa de la Consejería de Sanidad un documento de “salida de conflicto”. ¿Qué es esto? No es otra cosa que el planteamiento formal de los objetivos comunes (fines o meta) de ambas partes negociadoras  -Profesionales médicos y Consejería de Sanidad- con la intención de definir el punto de partida operativo de unas negociaciones que deberían servir para determinar la forma (medios), de conseguir los objetivos comunes. En este sentido nos consta que el objetivo planteado por el CCP en dicho documento, como no podía ser de otra manera, fue el de la sostenibilidad del sistema sanitario público madrileño sin merma de la calidad asistencial recibida por los usuarios. Se asumió de forma explícita que para conseguir la sostenibilidad (fin) iba a ser necesario ahorrar, aplicando diferentes medidas (medios). En este documento de “salida de conflicto” el CCP transmitió a la Consejería de Sanidad el compromiso y corresponsabilidad de los profesionales sanitarios para con la consecución de la sostenibilidad del sistema a través de una profunda reforma sustentada en la participación activa de los éstos en la gestión de la asistencia sanitaria que debería ser monitorizada a través de mecanismos de control independientes, previamente definidos y consensuados. El CCP propuso medidas realistas de ahorró (medios) con la intención de facilitar el inicio de unas negociaciones que perseguían algo realmente importante para todos nosotros como profesionales, pacientes y ciudadanos.

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Pues bien, La Voz del HULP ha sido informada que la Consejería de Sanidad, que todavía no se ha manifestado públicamente, no va a aceptar este documento de “salida de conflicto” puesto que en él, no se acepta formalmente la privatización de la gestión sanitaria como unas de las medidas a tomar. Llegados a este punto la postura de la Consejería de Sanidad es patognomónica: no hay intención de negociar y, presumiblemente, no la ha habido nunca. Y es más, se ha desvelado el fin último de los políticos que gobiernan la Comunidad de Madrid: privatizar, que no ahorrar. Los argumentos de nada sirven, están todos sobre la mesa. De confirmarse la postura de la Consejería,  este sería el punto final de la negociación. Habría que volver a recurrir a otras medidas de presión. La Consejería de Sanidad no nos deja otra alternativa.

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Además, conviene preguntarse ¿a qué viene, por tanto, tamaño empecinamiento? A nuestro entender, hay cuatro explicaciones que, aisladas o más probablemente de forma combinada,  explicarían la postura el gobierno de la Comunidad de Madrid:

a) Una explicación claramente ideológica. Desde las posiciones ultraliberales (no olvidemos que el actual Consejero, actual vocal, también fue Secretario General de la Fundación para el Análisis y Estudios Sociales –FAES-), se trata de llegar a un «minimal State», porque la gestión de la salud es algo fundamentalmente privado, decisión libre de cada individuo. Ahí, el Estado poco o nada tiene que decir. A pesar de que no debe haber nada más fraudulento para un liberal que la reforma sanitaria madrileña, la cesión, en este aspecto, puede ser vivida como una especie de traición a los principios ideológicos que dicen defender.

b) Una explicación económica, con intereses particulares. Teniendo en cuenta la posible relación entre empresas/empresarios que han conseguido contratos suculentos con la Administración Sanitaria, tal y como pudiera derivarse del informe solicitado por el juez Ruz a la fiscalía, y el fenómeno de «puerta giratoria« en una trama perversa de intereses cruzados y ante la negativa absoluta al reconocimiento de «conflicto de intereses», creemos que es necesario contemplar esta hipótesis.

c) Una cuestión de táctica política. Cuando el conflicto ha sido tan visible y manifiesto, negociar y ceder acaba siendo vivido como una derrota y esto, desde el punto de vista político difícilmente se sostiene. Una especie de huida hacia adelante.

d) Una cuestión psicológica. Desde la teoría del «Pensamiento Grupal» (Janis, 1972) se afirma que en algunos grupos los miembros, por excesiva unanimidad o por presión de alguno de sus miembros sobre otros, acaban pensando todos lo mismo eliminando valorar otras alternativas. Algunos síntomas son ilusión de invulnerabilidad (sensación de que la decisión tomada por el grupo es prácticamente infalible), desprecio de otras opiniones y presión sobre los potenciales disidentes hacia la uniformidad, para que se ciñan al pensamiento único. Suelen ser grupos altamente compenetrados. Uno de los ejemplos clásicos lo tenemos en la tragedia del transbordador espacial Challenger, en 1986. Los técnicos y directivos de la NASA, confiados por los éxitos previos, animados por el entusiasmo de la gente e inmersos en implicaciones políticas y económicas obviaron la opinión técnica de los ingenieros de la Morton Thiokol (se oponían al lanzamiento de la nave por razones técnicas), lo que condujo al fatal desenlace. Claro, ¿cómo podíamos equivocarnos nosotros, los extraordinariamente magníficos y deslumbrantes ingenieros de la NASA? Este ejemplo ilustra el «pensamiento grupal» aplicado a la «toma de decisiones», donde se da lugar a un fenómeno denominado «conformismo». ¿Es que a alguien, con un mínimo de sensatez, se le puede ocurrir pensar que la solución inequívoca, central y prioritaria para la sostenibilidad del sistema sanitario, no sea la externalización de la gestión de la sanidad pública? Muy probablemente, desde el equipo directivo de la Consejería, la unanimidad es incontestable. Aquí cuadra bien la reflexión del General estadounidense George Patton: «si en una reunión todo el mundo piensa lo mismo, significa que alguno no está pensando».

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Pretenden confundirnos cuando dicen que el fin es ahorrar y que un medio privilegiado es privatizar. Es perverso. Su objetivo (fin) es claramente privatizador y utilizan como medio un pretendido plan ahorrador plagado de amenazas de despidos y de precarización de la asistencia. Y ese fin, ni ningún otro, justifica los medios. Los ciudadanos no nos merecemos esto. Es el momento de detener este error repensar la democracia, el gobierno del pueblo, de redefinir los fines y de consensuar unos medios donde la participación de los afectados, en este caso fundamentalmente los pacientes y los profesionales, sea realmente escuchada y promovida.

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El poder, en este caso la Consejería, no se va a apear de sus posiciones sin presión social. Y nosotros exigimos deliberación. Seguiremos con la denuncia en los medios de las continuas irregularidades, desarrollaremos la batalla jurídica necesaria, pero sobre todo, continuaremos en las calles y en las plazas, con toda la ciudadanía, coreando, ¡SÍ SE PUEDE!

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La afirmación «el fin justifica los medios» ha sido atribuida a Maquiavelo. Algunos de nuestros políticos parecen tenerle devoción.


10 comentarios

  1. Liberal Cabreado dice:

    Brillante y contundente. Enhorabuena sin paliativos… Bueno, no, con paliativos: aunque (o porque), estoy muy de acuerdo con el General Paton, no me queda más remedio que poner en cuestión lo que hace referencia a Maquiavelo ¿Se equivoca la voz del HULP? ¿Es eso posible ;-)? ¿Tienen, de verdad, nuestros políticos devoción a Maquiavelo? Invito a los lectores a que lean este breve fragmento de «El Príncipe» y juzguen por sí mismos: «El Príncipe debe hacerse temer de modo que, si no se granjea el amor, evite el odio, pues no es imposible ser a la vez temido y no odiado; y para ello bastará que se abstenga de apoderarse de los bienes de sus ciudadanos y súbditos, y que no proceda contra la vida de alguien sino cuando hay justificación conveniente y motivo manifiesto; pero sobre todo debe abstenerse de los bienes ajenos, porque los hombres nunca olvidan la pérdida del patrimonio. Luego, no faltan excusas para despojar a los demás de sus bienes, y el que empieza a vivir de la rapiña siempre encuentra pretextos para apoderarse de lo ajeno, y, por el contrario, para quitar la vida, es más raro encontrar pretextos y desaparecen con más rapidez» ¿Siguen con devoción nuestros políticos las enseñanzas de Maquiavelo o se equivoca en esto la voz del HULP? Se abre el debate.

  2. yolanda dice:

    Gracias, HULP, como siempre!

  3. […] De Fines y de Medios: la Perversión de un Engaño: (LVDH) Editorial de LVDH resumiendo la situación actual de la negociación. Análisis de la postura de la Consejería de Sanidad […]

  4. Talasbolas dice:

    Creo que sobrevaloráis al contrincante. La realidad suele ser más sórdida y caótica de lo que pensamos. Muchas actitudes, opiniones y posiciones inexplicables, son más resultado de la improvisación, descontrol y chapucería que a un plan maquiavélico preconcebido. La probable explicación aquí ( como se comentó ayer) es que ante un apuro financiero sobre el pago de las nóminas, cualquier político de turno vende a su madre si una empresa le dice que le soluciona el problema.

  5. Liberal Cabreado dice:

    Creo que la situación para muchas personas bienintencionadas que ocupan puestos de responsabilidad en la Administración no debe ser fácil; pero aún es mucho más difícil para muchos ciudadanos y los profesionales sanitarios. Aceptando que no hay mala intención, la falta de transparencia para explicar qué está pasando y de humildad para pedir ayuda, nos están llevando a una situación sin retorno. Mi conclusión es que seguramente algunos políticos en España siguen algunas de las enseñanzas de Maquiavelo, otros todas y otros ninguna.

  6. Regina dice:

    Pues a mi esta hoja de ruta, diseñada mucho antes de lo que pensamos, huele mucho a SOBRES… Políticos tan mediocres no tienen pensamientos tan elevados, sólo entienden de puertas giratorias, de mordidas y de sobresueldos. Los hospitales más rentables se los regalo a otro con el dinero del contribuyente, a cambio me aseguro el salto a la empresa privada cuando deje la política, y entre tanto algún sobre, algún ático… Y los hospitales públicos que se pudran poco a poco.
    Lo siento, pero se merecen mi más profunda desconfianza y desprecio.

  7. Liberal Cabreado dice:

    Más Maquiavelo, de «El Príncipe»: «Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruirlo; segundo, radicarse en él; tercero, dejarlo regir por sus leyes (…) Nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos» No era tan maquiavélico Maquiavelo después de todo, comparado con otros.

  8. Elena dice:

    Magnífico vuestro editorial, como siempre.
    En cuanto al tema ideológico que pudiera justificar este atropello (por decirlo suavemente), no saben, no quieren saber o se les olvida que, según el Artículo 43 de la Constitución Española (con la que tanto se les llena la boca), «compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios», luego no es algo que competa a cada individuo de forma privada. Mi estado de salud no sólo me afecta a mí sino también a los que me rodean. ¿Qué pasa si tengo una tuberculosis y no la trato porque no quiero o no tengo recursos? Pues que afectaré negativamente a la salud de las personas a mi alrededor, como cualquiera con un mínimo de inteligencia puede comprender; mínimo de inteligencia que parece no ser necesario para ostentar según qué cargos. Por supuesto, no creo que poner las medidas y prestaciones necesarias pase por vender la Sanidad a empresas privadas con ánimo de lucro.
    No ha sido improvisado, es algo que viene gestándose desde hace ya unos años y se ha instaurado muy poco a poco, de forma tan discreta que casi no nos hemos dado cuenta. Lo que sí ha sido improvisado y chapucero es la forma de llevar a cabo el último paso, la «externalización» de los servicios sanitarios. Ahí pienso que han tenido un fallo de estrategia en el sentido en que contaban con nuestra pasividad y conformismo ante los muchos atropellos que ya llevábamos encima porque, ¿cuántas veces hemos protestado por cuestiones laborales o salariales? ¿Cuándo hemos salido antes a la calle? ¿Cuántas huelgas hemos hecho? Tragamos con todo y con esto pensaban que también lo íbamos a hacer. Claro que nunca antes habían atentado de esa forma contra los derechos de TODOS los ciudadanos, no sólo contra los nuestros. No contaban con nuestra contundente respuesta ni con nuestra perseverancia. Y como, efectivamente, negociar y ceder lo ven como una derrota, recurren al insulto y al desprestigio.
    Nunca han tenido intención de negociar, las distintas reuniones no han sido más que un «paripé» para ganar tiempo y hacer creer a la opinión pública que sí negocian y que todo se reduce a reivindicaciones sindicales. Eso por no hablar del intento de politización de las protestas, acusándonos de estar promovidos por «la Izquierda», cuando precisamente muchos profesionales (sobre todo médicos) son más bien conservadores.
    Aunque la crisis económica les ha brindado la excusa perfecta, claramente no se trata de ahorrar, si no hubieran aceptado alguna de las propuestas que se les han ido presentando. A día de hoy todavía no han mostrado ningún estudio que demuestre que la privatización es más eficiente y económica. Y si no hay dinero, no lo hay para nada; tampoco para confeti, fiestas, jaguars, áticos en Marbella, coches oficiales para ir a la peluquería o iPads para jugar al «Apalabrados» o comprar lencería por Internet en los plenos, por poner algunos ejemplos.
    Por tanto, el ahorro no es un medio ni un fin, es sólo una excusa. Buscan la privatización, pero ésta más que un fin más parece un medio de solucionarse ellos la vida, a través de la llamada «puerta giratoria»; estamos hartos de ver cómo se privatizan empresas por parte de políticos de cualquier color que luego acaban trabajando allí como consejeros o asesores tras acabar su andadura política. Sin ir más lejos, los dos últimos Consejeros de Sanidad de la Comunidad de Madrid. No pueden dar marcha atrás a pesar de haberse quedado solos con su mayoría absoluta porque nuestra Sanidad ya está vendida al mejor postor, a nuestras espaldas.

  9. […] Para justificar su necesidad se adujeron argumentos de índole económica (sostenibilidad) aunque el verdadero motor que impulsó esta reforma fueron razones de índole ideológica, como por ejemplo que la Sanidad Pública debe someterse a las leyes de mercado, confundiendo fines con medios. […]

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